La visión americana
Aunque el comic ya había dado títulos destacables como el caso de Yellow Kid, y ya llevaba unos
cuantos años existiendo mas o menos desde 1872, fue Superman quien empezó a levantar revuelo.
1938 fue el año cero en el que los comics llegaron a todos los públicos, cuando empezó a ser un
producto de uso masivo.
Año cero, 1938, Joe Schuster y Jerry Siegel crearon para la National Periodical, futura DC, a
Superman, un hombre resistente a las balas, más rápido que una locomotora, y capaz de rebasar un
rascacielos de un sólo salto. El personaje llegó en un época adecuada para una América seriamente
tocada por la depresión como un personaje en el que reflejar las cualidades más positivas del
espíritu de la propia América, intentando sacar fuerzas de flaqueza. Su debut en Action Comics
número 1 causó auténtica sensación siendo un superventas. No había precedentes claros de un
personaje así, supuso toda una explosión con su traje rojo y azul y una desbordada fantasía
imprescindible para el escapismo de los lectores en unos años muy duros.
Este primer éxito fue sucedido al año siguiente, en 1939, por otro personaje que también causaría
furor, y al igual que Superman perduraría hasta hoy día. En el número 27 de una publicación de
género negro, de las mentes de Bill Finger y Bob Kane Batman, que en aquella primera encarnación
no le hacía ascos a dejar su camino regado de cadáveres si era preciso, y con un atuendo
impresionante, más que el actual si exceptuamos los guantes.
Haciendose eco de los éxitos que la National estaba cosechando, la que sería su más directa
competencia, Timely, hizo su jugada. Martin Goodman quería sus propios Superman y Batman. Lo
consiguió con dos sencillos principios: Agua y fuego. En 1939 comenzó a publicar The Human
Torch de Carl Burgos, un androide llameante que buscaba su propio destino y su propia humanidad
mientras arrojaba bolas de fuego a los más variopintos maleantes. Por otro lado Bill Everett lanzó a
Namor the Submariner, un híbrido entre atlante y humano que no tenía demasiada delicadeza con
los habitantes de la superficie.
Estos últimos lanzamientos supusieron un nuevo paso adelante en el comic, pues a diferencia de
Superman, Batman, y otros, que vivían en ciudades imaginarias como Gotham y Metrópolis, los
personajes de Timely residían en la muy real ciudad de New York, y lo más alucinante para los
lectores es que Namor y Human Torh interactuaban entre ellos enzarzándose en feroces batallas en
las que la ciudad se resentía, lo que daba cierta sensación de realismo, más cuando en sus peleas
destrozaban escenarios bien conocidos por los neoyorkinos de la época, como el Radio Music City
Hall.
Tras unos cuantos personajes más de ambas editoras, y de algunas más, el nuevo nivel del boom del
comic llegó un par de años después. Aprovechando la intervención americana en la contienda
mundial, 1941 fue el año en el nació el Capitán America, de Jack Kirby y Joe Simon. El comic
izaba las banderas, y resultó ser una verdadera explosión de ventas, tanto en el frente como en su
propia casa, en los USA, apelando a efluvios patrióticos.
Unos años después de la gran guerra, el mercado decayó, en parte por una campaña de persecución
del medio que sufrió en los años cincuenta, en los que se acusaba a los comics de pervertir a la
juventud siendo EC comics la gran perjudicada por su coqueteo con el terror extremo, por lo que se
entró en una rutinaria espiral de comics de terror light, ciencia ficción, dibujos animados, y western.
A mitad de la década de los cincuenta DC renovó discretamente a sus más clásicos personajes, lo
que resultó una buena estrategia que desembocó en reunirlos en un sólo grupo. Una vez más
provocó la réplica de Martin Goodman, aún al frente de Atlas, antigua Timely.
La réplica llegó en 1961 en forma de comic con un pequeño tinte experimental por así decirlo.
Fantastic Four fue un soplo de aire fresco en un medio cada vez más rutinario. La obra de Jack
Kirby y Stan Lee tuvo una tremenda acogida, con nuevos conceptos que pulverizaban el de el
superhombre perfecto e invencible que había primada hasta la fecha. Heroes con problemas
personales, económicos y psicológicos. Superó todas las expectativas de sus autores, lo que llevó a
probar nuevas fórmulas que llegaron encarnadas en forma de Thor, Hulk, Spiderman, Dr Strange, y
muchos más. La Marvel, como desde entonces se le conocería dio paso a la siguiente fase de la
evolución del comic, una nueva vuelta de tuerca que lo convirtió de un medio infantil y de usar y
tirar a un medio de expresión que nada debía envidiar a ningún otro. En esos años, los 60 empezó a
tener una visibilidad y relevancia propia. Tanto es así, que los artífices del Pop Art plagiaron
algunas viñetas de autores de comic.
A partir de ahí todo fue disparándose, el medio dio grandes creadores, como Neal Adams, Jim
Steranko, Frank Miller, John Byrne, o Jim Starlin, que dotaron a sus personajes e historias de una
experesividad y vida que rivalizaba con las de la literatura o el cine, convirtiendose en pocos años
en un género literario en si mismo, generando obras maestras de la talla de Watchmen, o Dark
Knight en los 80, o The Autorithy en los 90.
Hoy en día no podemos concebir el ámbito cultural sin incluir referencias al medio del comic,
medio del que ya se nutren desde hace tiempo otros medios, sobre todo el audiovisual, que
basándose en el comic no cesa de producir éxitos, en animación e imagen real, para el cine y la
televisión. La influencia del comic es de una magnitud gargantuesca en la cultura popular, y en la
no tan popular también, me atrevo a afirmar. No podemos sustraernos a la importancia de dicho
medio, cuya popularización comenzó en medio de una crisis semejante a esta (en algunas cosas).
Un alienigena de Krypton vestido de azul y rojo. Un medio cuya influencia no cesa de aumentar, y
cuya calidad aún no ha tocado techo, pues aún nos dará más grandes obras con las que deleitarnos.
Nos queda mucho que disfrutar todavía, con tantos grandes autores de todos los países y estilos con
el único fin de acariciar nuestros sentidos con sus obras. El comic ya no tiene por que demostrar su
valía, pero lo sigue haciendo, evolucionando y mejorando más a cada paso que da. Tiene un
brillante futuro que puede engrandecerlo aún más. Ya nos ha acompañado durante el siglo XX y
seguirá haciéndolo durante muchos años más, a juzgar por su brillante trayectoria. Los aficionados
al medio tenemos mucho que celebrar, de su pasado, de su presente, y del futuro.
Tendencias europeas
El uso exclusivo de bocadillos o globos de díalogo se generalizan e inauguran en 1925 el comic
franco-belga, la corriente europea mayoritaria, a partir de los años 30 iría creciendo en popularidad
y público, gracias en parte a los álbumes de Tintín. Tras la segunda guerra mundial las
publicaciones se multiplican
Los contenidos de las revistas evolucionaron más rápidamente a partir de los eventos de aquel mayo
del 68 Unos de los efectos de la evolución de las mentalidades es la casi desaparición de la censura,
lo que permite a algunos artistas experimentar otros estilos y crear sin prohibiciones
La historieta de publicación periódica casi desaparece a favor del álbum, poniendo fin a la edad de
oro de las revistas de prepublicación. Las editoriales diversifican su producción, utilizando nuevos
formatos, incluyendo formatos más caros, tales como álbumes o revistas de lujo para buscar a un
lector más adulto. Se desarrolla el merchandising en el sector, la utilización de la publicidad y la
comercialización de productos licenciados. La restructuración del sector permite la aparición de
nuevas editoriales
Se utilizan nuevos temas como los problemas sociales y actuales y la vida cotidiana, con un auge
del costumbrismo. Los autores que publican, y que a menudo se autoeditan, tienden a menudo hacia
la autobiografía y la historieta experimental, aunque tampoco dejan de lado los géneros y la
aventura.
Enfoque oriental
del kodomo manga(historietas infantiles) Tras el final de la segunda guerra mundial, Japón entraría
en una nueva etapa. El entretenimiento emergió como una gran industria, respondiendo a la
necesidad psicológica de evasión ante una cruda posguerra. La falta de recursos de la población en
general requería de medios baratos de entretenimiento, y la industria de Tokio de mangas basados
en revistas vio surgir multitud de competidores con lo que se inauguró la era moderna del manga.
El triunfo de las revistas de manga acabó con el Kamishibai, y muchos de sus autores se refugiaron
en el sistema de bibliotecas. Las revistas de manga eran todas infantiles, y las bibliotecas
encontraron su nicho creando un manga orientado hacia un público más adulto: el gekiga.
Abandonaron el estilo de Disney por otro más realista y fotográfico y se abrieron a nuevos géneros
más violentos, escatológicos o sensuales.
Cuando se comenzaron a traducir algunos títulos de manga, se les añadía color y se invertía el
formato en un proceso conocido como «flopping» para que pudieran ser leídos a la manera
occidental, es decir de izquierda a derecha, también conocido como «espejado».
La influencia del manga es muy destacable en la industria de historietas original de casi todos los
países del Extremo Oriente e Indonesia. A día de hoy el manga también se ha consolidado en la
sociedad occidental debido al éxito cosechado durante las décadas pasadas, dejando de ser algo
exclusivo de un país para constituirse en un fenómeno comercial y cultural global, en competencia
directa con la hegemonía narrativa estadounidense y europea.
El caso español
entonces una lectura barata, que incluso llegaba a alquilarse por diez céntimos en los barrios, y
serían los miembros de las clases populares los que se dedicarían profesionalmente a ella en los
siguientes años. A mediados de los cincuenta, tras el gran auge de las viñetas españolas, el sector
entró en un punto muerto. La afamada editorial Bruguera, a pesar del éxodo de artistas del sector
hacia otros países en busca de mejores condiciones, se convierte en una de las empresas líderes de
su mercado, lanzando nuevas series orientadas hacia un público infantil y condicionadas por la
censura, con afamados artistas como Escobar, Vázquez, Cifré, Peñarroya, e Ibañez.
Entre los 50 y 60 el comic continúa presa de la inercia hasta que en el 67 se lanzan comics para
adultos al mercado, algo que la industria llevaba años planeando. El comic adulto alcanza el pleno
auge tras el franquismo, a partir de 1977, con revistas de sátira política, una grata novedad en
aquella España.
A la llegada de los ochenta le acompaña la saturación del mercado, y el declive de Bruguera, una de
las grandes. Editores y autores perdieron oportunidades de interesar de verdad al público. A pesar
de la proliferación del tebeo subvencionado a partir de 1984 la mayoría de las revistas de cómic
adulto fueron cerrando.
Tras la desaparición de Bruguera, varias editoriales pugnaron por hacerse con su mercado. Ninguna
de ellas pudieron mantener su nicho, desapareciendo casi todos los títulos que habían pasado años
resistiendo en los quioscos. No es hasta después de 1998 cuando el sector vuelve a irse
popularizando, gracias a los salones y eventos relacionados.
Comentarios
Publicar un comentario