1948. La Segunda Guerra Mundial ya había terminado y quedado atrás, pero la Guerra Fría comenzaba.
Fue en ese 1948, cuando Fredic Wertham (viejo conocido que en 1954 se saldría con la suya como sabemos) lanzó su primer ataque público a los cómics con una entrevista en la revista Collier's Magazine llamada "Horror in the Nursery". Poco tiempo después, se presentó en un simposio titulado "La psicopatía de los cómics". En mayo de 1948, esas mismas opiniones se publicaron, con el mismo nombre, en el American Journal of Psychotherapy y en la Saturday Review of Literature en un artículo. Wertham consideraba que los lectores de cómics eran "anormalmente agresivos sexualmente" y pensaba que leer cómics conducía al crimen.
En respuesta, varias comunidades comenzaron a aprobar leyes y presionar a los libreros para frenar la oleada de corrupción juvenil causada por la amenaza de los cuatro colores conocida como el cómic. Las cosas llegaron a un punto crítico el 26 de octubre de 1948, en un pequeño pueblo de Virginia Occidental llamado Spencer, donde los niños, supervisados por sacerdotes, maestros y padres, quemaron públicamente varios cientos de cómics. Durante casi un mes, los estudiantes reunieron libros. Luego, los apilaron en una pila de seis pies de alto en el patio de la escuela. Luego, seiscientos niños rodearon los cómics y un estudiante encendió la portada de un cómic de Superman y lo arrojó sobre la pila.
Poco después de la quema de Spencer, los residentes de Binghamton, Nueva York, llevaron a cabo una recolección de cómics casa por casa y organizaron una quema masiva de cómics en público.
En una especie de efecto eco, sucesos similares siguieron en muchas otras ciudades. En Rumson, Nueva Jersey, un grupo de jóvenes Scouts realizó una campaña de dos días para recolectar cómics censurables, que serían quemados en el Victory Park de Rumson. El Scout que recogió más libros ganó el derecho a encender la hoguera. En el último minuto se tomó la decisión de reciclar y no quemar los libros. En Cape Girardeau, Missouri, una tropa de Girl Scouts recogió libros censurables y los llevó a los estudiantes de St. Mary's, una escuela secundaria católica, donde se realizó un juicio simulado y, después de encontrar a los libros culpables de "desviar a los jóvenes y crear concepciones falsas en las mentes de los jóvenes", los libros fueron quemados. En Chicago, una diócesis católica organizó una quema. En Vancouver, Canadá, se prendió fuego a casi 8.000 cómics.
La quema de libros es una forma extrema de ejercer la censura y quién sabe cuántos libros importantes se han perdido en la historia por su culpa. Por supuesto, también existen formas menores de censura que pueden ser igual de peligrosas. Por suerte, a diferencia de 1948, hay un mejor acceso a la información y en general una visión más abierta del mundo.
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